Y escuche tu voz,
Mi cuerpo se estremeció,
Cada parte de mi piel se erizo,
Y mi alma se elevo,
Y olí tu aroma,
Mis sentidos se dislocaron,
Mi cuerpo se anestesio,
Ya no había marcha atrás,
Y sentí tu presencia,
Sentía el cielo en la tierra,
Mi cuerpo sin control tembló
Mi alma se encontró en nerviosismo
Y toque tus manos,
Mis manos se llenaron de gloria,
Mi mente divago en la sensación,
Y mi piel susurraba un te amo,
Y mire tus ojos,
Mi alma de pronto se extravió,
Mi corazón latió más rápido que nunca,
Podía ver el borde de tu alma,
Pero bese tus labios
Ya no había nada más en ese lugar,
Nada era igual el cielo y el infierno en uno solo,
El bien y el mal ya
no tienen sentido.
Por: Martín Pérez Ramírez
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